El nacionalismo español
El nacionalismo español se fundamenta en una combinación de factores históricos, culturales, políticos y sociales que han evolucionado a lo largo del tiempo. En comparación con otros nacionalismos, en muchos casos es ambiguo y rancio, en otros casos mínimo o inexistente, en otros exaltado en ciertas ocasiones… sea como fuere, en sus diversas formas y contexto, se puede hablar de la existencia del nacionalismo español.
Unidad histórica del territorio
El nacionalismo español parte de la idea de que España es una nación con una historia común que se remonta a muchos
siglos atrás, sobre todo desde la unión
de los Reyes Católicos (Isabel de Castilla y Fernando de Aragón) en el
siglo XV. Esta visión subraya la continuidad histórica y la integridad
territorial de España. Incluso, y haciendo un inciso, también se vuelve la
mirada hacia la Hispania romano-visigoda,
en la que el territorio que se vislumbra es parecido al actual. Es Roma quien
pone nombre y bautiza esta realidad territorial, uniendo así a todos los
pueblos pre-romanos, y son los visigodos los que continúan su obra –aunque después
serán quienes la pierdan ante la invasión
musulmana en el 711-.
Los Reyes Católicos, al ser quienes finalicen el proceso reconquistador y unifiquen territorialmente los reinos peninsulares –a excepción de Portugal- bajo un mismo cetro, son adalides en ese nacionalismo español. La Reconquista es justificación de esa España perdida y si Don Pelayo es el iniciador, los Reyes católicos son no solo los continuadores de aquella obra, sino los que la finalizan.
Tras ello, también muy interiorizado en el discurso nacionalista, serán los Austrias Mayores, sobre todo, Carlos V y Felipe II, pues son los adalides de la España Imperial.
Después, ya con los Borbones, y la pérdida de la hegemonía en Europa, surge el concepto
moderno de nación y constitución, el
siglo XIX será, a su vez la eclosión de esa unidad del territorio que ahora se
basa en el centralismo y la constitución,
además de otros hitos como los Decretos
de Nueva Planta, la guerra contra el francés o las guerras carlistas que
van aumentando la mitificación de la nación, como ya ocurriese con la
Reconquista y la España Imperial.
Así, pues, en resumidas cuentas, la unidad histórica de España es un factor muy importante para el nacionalismo español sustentándose sobre la base histórica del territorio que, ha englobado, en su mayoría, el actual territorio que seguimos conociendo como España –con matices según la época-.
El nacionalismo español se fundamenta en una combinación de factores históricos, culturales, políticos y sociales que han evolucionado a lo largo del tiempo. En comparación con otros nacionalismos, en muchos casos es ambiguo y rancio, en otros casos mínimo o inexistente, en otros exaltado en ciertas ocasiones
Lengua y cultura comunes
Se enfatiza el castellano como lengua común y vertebradora de la nación, y se
promueve una identidad cultural española
que en muchos casos choca con las identidades regionales (catalana, vasca
o gallega). Y es que desde que surge el castellano en la Edad Media ha sido
la lengua vertebradora de España debido a que el reino, primero, y la corona,
después, de Castilla han sido quienes se han impuesto en la Reconquista –la
corona más grande en extensión y por lo tanto con mayor peso en cuanto a
territorio y población[1]-.
Aunque hay mas lenguas y dialectos, el castellano ha sido la lengua que se ha
hablado a modo de “unión”.
La
cultura española bebe directamente del pensamiento y la filosofía greco-latinos,
así como de la religión cristiana y católica.
No muestra una cultura racial o racialista
como otros nacionalismos, sino que mantiene el rito romano o latino, que le ha
acompañado toda su historia.
Así pues, aparece un nacionalismo que se concentra en torno al castellano como idioma vertebrador de España y a la cultura grecolatina y cristiana, argamasa histórica que se ha mantenido en el ideario colectivo de la identidad “histórica” española.
Centralismo político
El nacionalismo español
tradicionalmente se ha caracterizado por la tendencia hacia un Estado centralizado, donde el gobierno
nacional tiene más poder que los gobiernos autonómicos y/o regionales. Esto se
relaciona con la idea de una soberanía
indivisible (histórica) del pueblo español. Este centralismo, la mayoría de
las veces, ha girado en torno a la figura
de la monarquía, primeramente, y a la
Capital (Toledo, Madrid…), dos símbolos en los que se sustentaba la nación
–solo en diversos periodos de la historia esa imagen ha oscilado hacia un
federalismo o republicanismo, e incluso en una guerra cantonal, donde ha
peligrado el centralismo-.
La monarquía, en su sentido amplio,
ha acompañado a la imagen de la patria-nación a lo largo de la historia de España
desde los Reyes católicos, mientras que la capital, ya desde Felipe II se ha
impuesto en Madrid (en ese eje La Granja-El Escorial-Aranjuez y, por último,
Madrid), siendo ambos sinónimos de centralismo político[2].
Aun así, Toledo se relacionó con
el Estado visigodo y Valladolid, León, Oviedo… en ciertos momentos con la imagen
de los reinos cristianos en la reconquista por poner algunos ejemplos.
En resumen, exceptuando los periodos de cierto federalismo republicano y/o cantonalismo, así como la actualidad política española de las autonomías, en la gran mayoría de la historia de España ha predominado el centralismo, siendo la capital y la monarquía los entes de poder donde se concentraban las decisiones políticas.
el castellano como lengua común y vertebradora de la nación, y se promueve una identidad cultural española que en muchos casos choca con las identidades regionales
Reacción frente a los nacionalismos periféricos
Una parte importante del
nacionalismo español moderno se ha desarrollado como respuesta o resistencia a
los independentismos o regionalismos
(sobre todo el catalán o el vasco y, en menor medida, el gallego), que reclaman
más autonomía y en muchos casos la independencia. En este sentido, se presenta
como una defensa de la unidad y la soberanía nacional.
Pero, en esa respuesta, se acentúa la imagen de un nacionalismo ambiguo que compite con el nacionalismo racionalista o constitucional y el nacionalismo reaccionario como contraposiciones a esos problemas regionalistas.
Simbolismo y mitos nacionales
El nacionalismo español –como los demás-
utiliza símbolos como la bandera y el
himno como elementos de cohesión
nacional. También se apoya en mitos
fundacionales, como la Roma, la Reconquista (Covadonga, Don Pelayo, el Cid…),
la evangelización de América (RR.CC., Descubrimiento, exploración y conquista)
o el Imperio español (Monarquía Hispánica
e imperio ultramarino donde no se pone el sol), la Guerra contra el francés y
la Constitución de 1812 como
momentos de gloria nacional.
Este simbolismo se acentúa y toma fuerza ya en torno al siglo XIX con la Guerra contra el francés, la revolución liberal, la pérdida del imperio y el Regeneracionismo, donde España se reafirma frente a sí misma y frente al mundo –en tesitura similar a otros países que o bien estaban en proceso de construcción o bien atravesaban un periodo similar de constitucionalismo, guerras napoleónicas, romanticismo, unificaciones como Alemania e Italia, imperialismo…-.
La Constitución de 1978
En el contexto contemporáneo,
muchos nacionalistas españoles se apoyan en la Constitución de 1978, que reconoce la “indisoluble unidad de la
Nación española”, a pesar de también reconocer la existencia de “nacionalidades
y regiones”.
La constitución, hoy en día, no
supone un elemento vertebrador de la nación como tal –más que nada porque su
incumplimiento está a la orden del día por todos-, sin embargo, en el siglo XIX
y parte del XX el constitucionalismo era un elemento vertebrador nacional[3].
La constitución forma parte del nacionalismo racional donde la nación se
conforma por ciudadanos en lugar de dar tanta importancia a la etnia, raza,
lengua….
Si bien la constitución en un primer momento se centraba en la unidad nacional, también tiene errores de redacción –quizá de buenismo político- ya que establece que hay otras nacionalidades (dentro de la propia nación española), es decir, aunque España es una nación hay otras naciones dentro o que la complementan y/o conforman, siendo ese artículo motivo de disputa entre regionalismos-independentismos y nacionalismo español.
Dentro del nacionalismo, hay diversas corrientes ideológicas, formaciones políticas, o tipos de “entender el nacionalismo” dentro de cada partido que han surgido de un tiempo a esta parte:
Conservador-tradicionalista
Se
fundamenta en: Dios, patria, y rey. Esta visión considera a España como una unidad
histórica y espiritual que no debe fragmentarse.
Los
elementos clave son: Monarquía, catolicismo, valores
tradicionales.
Ejemplo
histórico: Carlismo o parte del pensamiento
conservador del siglo XIX y XX.
Relación con territorio: Tiende a rechazar la autonomía regional, ve en ella una amenaza a la unidad nacional.
Liberal-centralista
Se
fundamenta en: La nación como soberanía
indivisible nacida de la voluntad común del pueblo español. Un nacionalismo
racional, constituyente[4].
Los
elementos clave son: Constitución, ciudadanía,
igualdad.
Ejemplo
histórico: Liberales del siglo XIX (aunque
divididos entre centralistas y federalistas).
Relación con territorio: Acepta diversidad cultural, pero defiende un único marco legal e institucional. En cierto modo centralismo o apariencia del mismo.
Nacional-catolicismo (franquismo)
Se
fundamenta en: Fusión entre el Estado, la
Iglesia y la idea de una España eterna (e imperial). El catolicismo es sinónimo
del Estado ya que van ligados.
Los
Elementos clave son: Autoritarismo, catolicismo,
anti-comunismo, unitarismo, centralismo, nacionalismo y antiparlamentarismo.
Ejemplo
histórico: Dictadura de Francisco Franco
(1939-1975).
Relación con territorio: Supresión total de regionalismo; fuerte centralismo.
Nacionalismo español
cívico-democrático (más moderno)
Se
fundamenta en: Identidad española basada en
valores constitucionales democráticos.
Los
elementos clave son: Derechos individuales, estado de
derecho, defensa de la unidad
dentro de la democracia.
Constitucionalismo, liberalismo político y económico
Ejemplo
reciente: Ciudadanos en su origen. También encajarían aquí PP y PSOE,
por ejemplo.
Relación con territorio: Defiende la descentralización siempre que no ponga en riesgo la unidad nacional. Como muestra el ejemplo de la Constitución española de 1978.
A
pesar de estos factores y ejemplos, en España ha habido mucha dificultad, al
menos recientemente, para construir y asentar el nacionalismo en torno a la nación
histórica y política.
Aunque España presenta rasgos similares a otros países en su proceso histórico de construcción nacional, que la unificaron y dieron legitimidad, se ha diferenciado con mayor notoriedad del resto ya que no ha sabido mantener esa unidad histórica y político-territorial debido a su marcada diversidad interna
Dificultad para la construcción del nacionalismo español
Las razones que presenta España son similares a las de otros países vecinos –aunque no lo parezca- pero se muestran más acentuadas, por ello, las dificultades salen a la luz en seguida:
España
fue durante siglos una confederación de reinos (Castilla,
Aragón, Navarra...), de igual manera que Francia, Inglaterra, Italia o
Alemania, por ejemplo, con identidades muy marcadas. No se llegó a una
"unidad" cultural o lingüística total, pues a pesar de unificarse España
en el siglo XV, las diferencias internas persistieron –hubo reinos con sus
fueros, las leyes de Aragón diferían de las de Castilla, en el siglo XIX se
rescatan las lenguas regionales que, a la larga, se acentuarán suponiendo un
problema político-social….
Diversidad
regional muy fuerte: España tiene identidades
regionales muy sólidas (catalana,
vasca, gallega, andaluza...), con sus propios idiomas, en muchos casos, y tradiciones.
En la actualidad, estos regionalismos compiten o chocan con el nacionalismo
español, que a veces ha sido percibido como centralizador y homogeneizador.
Asociación
del nacionalismo español con regímenes autoritarios: Especialmente tras el Franquismo (1939-1975), el
nacionalismo español quedó identificado
con el régimen dictatorial. Eso lo desacreditó para muchos sectores
democráticos o progresistas, mientras que en otros países (como Francia) el
patriotismo se vinculó a movimientos liberales o revolucionarios. Esto se
engloba en la Leyenda Negra y muestra una historia sesgada donde hay víctimas y
verdugos, siendo los nacionalistas españoles los “malos” de la película,
aquellos que han prohibido las otras identidades culturales del
regionalismo-independentismo, por ejemplo.
En
España, ha habido múltiples "versiones" de qué significa ser español: ¿un Estado plurinacional? ¿un Estado centralizado? ¿una
monarquía tradicional? ¿una república moderna? Esto ha generado división en lugar de un relato nacional
claro y compartido. Es decir, hay Proyectos
de identidad conflictivos, motivado por el complejo histórico, la leyenda
negra y la negación del ser en muchos casos, asociado todo ello a una falta de
claridad identitaria.
Modernización acelerada: Desde los 80, España vivió una modernización muy rápida (democracia, entrada en la UE, globalización…). Muchos jóvenes han construido su identidad más en torno a lo europeo o lo global, dejando, consecuentemente, el nacionalismo español como algo del pasado o de sectores más conservadores. El progresismo y el discurso independentista o regionalista ha favorecido en cierta medida esa imagen.
Conclusiones
Aunque España presenta rasgos similares a otros países en su proceso histórico de construcción nacional,
que la unificaron y dieron legitimidad, se ha diferenciado con mayor
notoriedad del resto ya que no ha sabido mantener
esa unidad histórica y político-territorial debido a su marcada diversidad interna, conflictos históricos
y a una mala imagen asociada a la
dictadura (autoritarismo).
De un tiempo a esta parte, el castellano, la monarquía y la religión católica
no han sabido o no han podido hacerse adalides del nacionalismo, desligándose
en favor del regionalismo.
[1]
Además, Castilla en su mayoría es quien lleva el peso no solo de la Reconquista
sino de la Conquista y Descubrimiento de America
[2]
Aunque habría que matizar el concepto ya que es sobre todo con los Borbones cuando
comienza ese centralismo (Felipe V y los Decretos de Nueva Planta)
[4]
Propio de la revolución francesa
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