EL SINDICALISMO EN FALANGE ESPAÑOLA DE LAS JONS

 

EL SINDICALISMO EN FALANGE ESPAÑOLA DE LAS JONS (1933-1936): ENTRE LA TEORÍA REVOLUCIONARIA Y LA REALIDAD ORGANIZATIVA

 

El nacional-sindicalismo nació como una propuesta política que pretendía fusionar elementos del nacionalismo con una visión revolucionaria y social, presentándose como un movimiento ajeno tanto a la derecha como a la izquierda.

A pesar de su retórica y su teoría programática, en la práctica el sindicalismo de Falange Española de las JONS fue marginal antes de la Guerra Civil.

 

Se pretende analizar a través de la historia la acción sindical de FE de las JONS entre 1933 y 1936, teniendo en cuenta la procedencia de sus fundadores, la sociología de sus militantes, la financiación del movimiento y la influencia real de sus estructuras sindicales. Evidentemente, y como es sabido, el sindicalismo nacional, según el debate entre historiadores, pudo darse ya en la dictadura franquista gracias a falangistas que ostentaron cargos en el gobierno. Medidas como el Auxilio Social, el sindicalismo vertical, las viviendas sociales… entre otras cosas se dieron en la práctica, pero se hicieron fuera de la Falange primigenia, sin José Antonio, ni Ramiro, ni Ruiz de Alda, ni Onésimo, y sin Hedilla, por supuesto.

Por ello, el análisis de nuestra teoría girará en los años falangistas antes de la Guerra Civil, para, de este modo, centrarnos en el sindicalismo que se teorizaba desde este movimiento, un sindicalismo revolucionario y nacional, pero que por el contexto en el que surgió no llegó a calar en la sociedad –tanto obrera como política- por varias razones, como se verá a continuación, pero sobre todo porque el sindicalismo portaba la bandera roja desde hacía tiempo, o en algunas zonas, la rojinegra anarquista. Es decir, Falange tenía que hacerse con esa trinchera, pero llegó la guerra, por lo que no hubo tiempo para poner en marcha apenas nada.

 FE de las JONS proclamó desde sus inicios ser un movimiento "ni de derechas ni de izquierdas". En el contexto de la II República, buscó crear una tercera vía frente al liberalismo burgués y al marxismo

INTRODUCCIÓN

FE de las JONS proclamó desde sus inicios ser un movimiento "ni de derechas ni de izquierdas". En el contexto de la II República, buscó crear una tercera vía frente al liberalismo burgués y al marxismo. Sin embargo, al analizar sus postulados en la práctica, se observa una disonancia entre la teoría revolucionaria y la escasa penetración real de su sindicalismo. Este artículo estudiará el alcance de su proyecto sindical, su base social, los intentos de acción sindical en 1934 y el trasfondo ideológico de sus líderes. Un contexto muy importante para entender todo lo que giró en torno a Falange, desde el punto de vista sindical.

 

ORÍGENES IDEOLÓGICOS Y SOCIALES DEL NACIONAL-SINDICALISMO

Ramiro Ledesma y José Antonio Primo de Rivera, principales teóricos y fundadores del nacional-sindicalismo, provenían, grosso modo, del entorno intelectual y político de la derecha. Colaboraron con "ABC" y "Acción Española", publicaciones de corte monárquico. La influencia del corporativismo católico, especialmente el de Maurras, fue notable en su concepción del Estado y de la organización social ("familia, municipio y sindicato").

La sociología de sus militantes refuerza esta visión: la Falange histórica estaba compuesta mayoritariamente por estudiantes, clases medias y, aunque se buscaba la presencia obrera, esta era mínima en un primer momento. Como demuestra Gutiérrez Palma (1938), los obreros activos en el movimiento eran tan escasos que se conocen con nombres y apellidos.

 


EL PROYECTO SINDICAL: TEORÍA Y PRÁCTICA

El nacional-sindicalismo propugnaba la creación de un sistema de sindicatos verticales que superase la lucha de clases, en esa concepción nacionalista en la cual la nación es la proletaria y no el obrero. Los 27 Puntos de FE de las JONS incorporaron esta visión en 1934, tras los sucesos de Asturias. El punto 9, concretamente, recoge la organización corporativa de la sociedad como un "gigantesco sindicato de productores". Este ideario fue profundamente antimarxista, anticapitalista y contrario al materialismo. Es decir, una visión que pretendía situarse entre el gremio imperante en la Edad Media y Moderna y el sindicalismo marxista de clase, o séase, el Estado debía intervenir en el orden económico y laboral, mediante la creación de corporaciones profesionales que agrupasen a trabajadores y empresarios.

La influencia del corporativismo católico, especialmente el de Maurras, fue notable en su concepción del Estado 

A nivel práctico, sin embargo, la creación de sindicatos como la CONS (Central Obrera Nacional Sindicalista) y la CENS (Central de Empresarios Nacional Sindicalista) tuvo un impacto nulo. La CONS, lanzada en 1934, movilizó temporalmente a parados mediante acciones espectaculares, pero que carecían de estructura o continuidad. En este caso, su "movilización de los parados" fue financiada con dinero de la derecha Alfonsina, como muestra el caso de Ledesma y sus contactos con el entorno monárquico vasco.

A pesar de que FE de las JONS quería autofinanciarse, dependía en cierto modo de las ayudas de los monárquicos, sobre todo gracias a los vínculos de Primo de Rivera con miembros de la antigua UP –partido creado durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera-.

Un sindicato, por el contrario, que sí que funcionó fue el SEU, pero a nivel estudiantil en las universidades. Se puede decir que fue el que tuvo más peso y éxito. El SEU fue concebido como una organización estudiantil que introdujera el nacionalsindicalismo en la Universidad y durante la dictadura franquista fue el único sindicato universitario legal.

 Un sindicato, por el contrario, que sí que funcionó fue el SEU

RELACIONES CON LA IZQUIERDA SINDICAL

También hay que recordar que los contactos con el anarcosindicalismo existieron, sobre todo a nivel personal (Montero Díaz, Juan Aparicio, etc.), pero fueron excepcionales y anecdóticos. Aunque algunos falangistas colaboraron con miembros de la CNT en salvar vidas durante la guerra, en la práctica las relaciones entre FE de las JONS y el sindicalismo de izquierdas fueron testimoniales. El mito de la "convergencia" con el anarquismo fue alimentado por autores como Ceferino Maestú, pero resulta desproporcionado si se vuelve a las fuentes primarias (véase Los enamorados de la revolución, 2003).

Es cierto que FE de las JONS utiliza el color azul Mahón en sus uniformes milicianos en homenaje a los monos de los obreros de las fábricas y talleres mientras que la bandera del movimiento es rojinegra, en similitud a la bandera de la CNT, pero, como se ve, no era suficiente aquello para atraer a las masas obreras, pues aparte de la falta de continuidad y de organización, aparte de los contactos –que existieron- y la fuga (mínima, en un primer momento) de izquierdistas a las filas nacionalsindicalistas, las izquierdas tenían el monopolio del sindicalismo mientras que los católicos, en menor medida, ostentaban también a ciertos sectores obreros con sus sindicatos católicos. Es decir, había un espacio, no en pugna, sino visiblemente diferenciado y copado por sectores anteriores a los nacionalsindicalistas. Por lo que FE de las JONS necesitaba tiempo para crecer, pero ese tiempo, sumado a las trabas políticas, era inexistente por el momento.

 En conjunto, el sindicalismo de FE de las JONS durante la II República fue un fracaso. No sólo por su escasa implantación, sino porque nunca funcionó como tal

EVALUACIÓN DEL PESO REAL DEL SINDICALISMO FALANGISTA

En conjunto, el sindicalismo de FE de las JONS durante la II República fue un fracaso. No sólo por su escasa implantación, sino porque nunca funcionó como tal. Predominó más bien la teoría y en la práctica apenas se dio. El SEU fue su única organización con cierto éxito, pero era una asociación estudiantil, no un sindicato obrero. La CONS y la CENS no pasaron de ser tentativas sin base.

A nivel propagandístico, FE de las JONS utilizó una retórica fuertemente social para atraer a sectores obreros descontentos, pero su composición interna y su dependencia económica de la derecha tradicional impidieron una acción sindical eficaz. El movimiento nacional-sindicalista fue, en lo sindical, más una formulación doctrinal que una realidad operativa.

Durante el Franquismo, por ejemplo, sí que se pudo vislumbrar un horizonte de reformas sociales, gracias a Franco y el sindicalismo vertical, pero, también, gracias a los sectores falangistas que operaban en el gobierno o colaboraban desde otros ámbitos u organizaciones (véase Franco Socialista de Francisco Torres, 2018).

 

CONCLUSIONES

El nacionalsindicalismo, tal como se desarrolló entre 1931 y 1936, no alcanzó nunca una relevancia significativa. Aunque su discurso se construyó sobre bases sociales y corporativas, su organización fue frágil y su acción limitada. La fusión de FE y las JONS en 1934 generó una breve esperanza de acción revolucionaria, que se apagó rápidamente por las contradicciones internas, la expulsión de Ledesma y la consolidación del liderazgo de Primo de Rivera.

A pesar de algunos intentos de aproximación a sectores obreros y de la elaboración de un discurso antisistema, FE de las JONS fue, sindicalmente, irrelevante antes del 18 de julio de 1936. Su evolución posterior en el franquismo, como aparato del partido único, sepultó la dimensión revolucionaria original del nacional-sindicalismo, pero, sin embargo, consiguió reformas sociales de gran relevancia para el obrero español.

FE de las JONS tuvo que enfrentarse en las calles a la violencia marxista y a la indiferencia derechista. En el ámbito político también a ambos, ya que ambos perseguían a esta formación. En el ámbito social, FE de las JONS intentó, sin éxito, hacerse un hueco en el mundo obrero y, consecuentemente, sindical ya que este estaba copado por los sindicatos tradicionales tanto católicos como sobre todo marxistas. Aunque nunca quiso depender de la derecha, fueron sobre todo los monárquicos alfonsinos quienes la financiaban en gran medida, gracias a lo cual pudo subsistir.

Por lo tanto, en resumen, el sindicalismo falangista fue un proyecto que se materializó ya en el Franquismo, grosso modo, ya que durante la II Republica careció de fuerza y representación más allá de la teoría.

 

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

Brants, M., La tercera Falange, Reconquista, 2003.

Casals, X., "Las 7 vidas de Falange", Clío Historia, nº116.

González Cuevas, Pedro C., Historia de las derechas españolas, Biblioteca Nueva, 2000.

Gallego, F. y Morente, F., Fascismo en España, El Viejo Topo, 2005.

Ledesma Ramos, R., Discurso a las juventudes de España.

Maestú, Ceferino, Los enamorados de la revolución, Plataforma, 2003.

Norling, E., La Falange obrera. Apuntes para la historia de la década revolucionaria del nacional-sindicalismo (1931-1941), Ediciones Fides, 2018.

Payne, S. G., Falange. Historia del fascismo español, Sarpe, 1986.

Sagarra Renedo, P., Falange Española de las JONS, Susaeta, 2016.

San Román, J. M., "La Falange que quiso ser de los rojos y de las JONS", Altar Mayor, 2009.

Thomas, J., La Falange de Franco, Plaza Janés, 2001.

Torres García, F., Franco Socialista, SDN, 2018.

VV.AA., La Central Obrera Nacional-Sindicalista, Ediciones Fides, 2017.

https://www.nuevatribuna.es/articulo/historia/sindicalismo-franquista/20160419144645127527.html

http://www.sindicatount.es/textos/la_falange_y_los_sindicatos_obreros.pdf

 

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