La Guerra de las Naranjas

     Entre mayo y junio de 1801 se produjo la Guerra de las Naranjas entre España y Portugal, alentada por la Francia de Napoleón. La guerra recibió este nombre por las naranjas que desde Portugal Godoy envió a la reina María Luisa. Este conflicto duró 18 días y se trasladó a América también, donde Portugal y España compartían frontera.

 

CONTEXTO HISTORICO

Con la Revolución Francesa (1789) los Pactos de Familia que tenían España y Francia se rompieron ya que España cerró sus fronteras y cortó las relaciones diplomáticas con Francia ante el temor de que la revolución se expandiera. Sin embargo, la situación internacional de Francia, sobre todo en cuanto a las disputas territoriales y coloniales contra Inglaterra, hizo posible que se recuperasen las tradicionales alianzas con España para, de este modo, poder hacer frente a Inglaterra. Así, en 1796 se firma el primer Tratado de San Ildefonso entre Godoy -primer ministro de España- y el Directorio francés. Este tratado era una alianza militar contra Inglaterra. Pero, habrá que esperar al fin de la Revolución, con Napoleón Bonaparte como líder indiscutible de Francia y con una proyección internacional imperialista. En este sentido, la Francia de Napoleón continuará con la idea de reducir el poder de Inglaterra y pactará con España de nuevo.

En 1801 Napoleón avisaba a Portugal para que este no continuase siendo aliado de Inglaterra. Se pretendía, de este modo, que Portugal cerrase sus puertos a los barcos británicos. Esta advertencia fue rechazada por Portugal ya que seguiría al lado de su aliado tradicional. Es entonces cuando Francia cambia su táctica y se dirige hacia España de nuevo. Por aquel entonces Godoy, primer ministro de Carlos IV, era el hombre mas poderoso de España, quien tomaba las decisiones, quien, a final de cuentas, mandaba y Francia pactó a través de este con España. Así el tratado de Madrid firmado el 29 de enero de 1801 establecía el compromiso de España a declarar la guerra a Portugal. 

En este sentido, Portugal mantuvo la negativa de las pretensiones franco-españolas y el 20 de mayo de 1801, tropas españolas apoyadas por Francia lanzan una ofensiva en el Alentejo para invadir Portugal.

Cabe decir, además, para comprender aún mejor la situación de España, que Godoy retomaba las riendas del ejecutivo tras la caída de Urquijo y Mazarrena, como establece María Fernández Rei (2017), y esta situación política le servía para recobrar su prestigio.

En lo referente a España y Portugal, hay que señalar que en 1777 ambos países firmaban el Tratado de San Ildefonso mediante el cual se establecían y fijaban las fronteras entre ambos países en América. De este modo, se ratificaba, en cierto modo, el Tratado de Tordesillas y las bulas inter caetera, promulgadas tras el descubrimiento de América. Mediante el tratado, Portugal cedía la Colonia del Sacramento y la Isla San Gabriel a España, además de las islas de Annobón y Fernando Poo en aguas de la Guinea. Por el contrario, España abandonaba la isla de Santa Catalina, en la costa sur de Brasil. Es decir, se ajustaban las fronteras apelando al principio de “fronteras naturales” como establece Limpo Píriz.

Es, pues, a partir de 1792 cuando la situación cambia en el continente. Godoy, secretario de Estado desde ese momento, firma varios pactos con Francia para establecer una alianza contra Inglaterra. Y aquí, Portugal, como se ha mencionado, va a jugar un papel importante ya que mantendrá su alianza con Inglaterra (Fernández Rei, 2017).

Napoleón es la consecuencia de la Revolución Francesa de 1789, como establecen muchos historiadores y estaba expandiéndose. Sin embargo, había un freno a sus pretensiones, Inglaterra. Para ello, con España como aliada, intentó que Portugal rompiera sus relaciones con Inglaterra, a lo que Portugal se negó. Al negarse Portugal, España se ve obligada por sus pactos con franca a declarar la guerra a Portugal. De este modo, Godoy veía una oportunidad de recuperar su prestigio y agrandar su figura.

  


LA GUERRA

Ante la negativa portuguesa a someterse a Francia, tras declarar la guerra España el 27 de febrero de 1801, el 20 de mayo las tropas franco-españolas lanzan una ofensiva militar en el Alentejo. Aunque la guerra apenas duró 18 días, fue un conflicto que tendrá repercusiones y consecuencias inmediatas y desequilibrará el equilibrio europeo, como se verá 7 años después. La guerra recibió el nombre de “Guerra de las Naranjas”, tal y como mostró Galdós en La corte de Carlos IV, debido a una anécdota cerca de Elvas. Se cuenta que cuando se cercaba la ciudad de Elvas los soldados españoles recogieron unas cuantas ramas de naranjas que Godoy hizo llegar a su “amante”, María Luisa de Parma, esposa Carlos IV. La anécdota de aquel acto favoreció que la oposición a Godoy lo utilizase para hacer chistes y bromas en su contra hasta el punto de dar nombre al conflicto.

En esos 18 días, entre mayo y junio de 1801, el ejercito español ocupó sucesivamente una docena de poblaciones portuguesas como, por ejemplo, Arronches, Castelo de Vide, Campomayor, Portalegre, Olivenza y Jurumeña, entre otras tantas. Frente a ello, Portugal intentó una ofensiva en Ourense que, fue rechazada por los españoles.

Sin embargo, como establece Limpo Píriz, Portugal que en la península era incapaz de plantar cara, en América sí que lanzó una ofensiva en Los Siete Pueblos, ocupando una inmensidad de territorio. Esto se debe, en palabras del autor, al interés estratégico o la atracción económica. Así, mientras en la península España avanzaba y ocupaba zonas de relieve estratégico, sobre todo en la frontera y adentrándose en territorio portugués, la guerra se traslada a América. Así, en palabras de Píriz: “En el Norte, los españoles llevaron la iniciativa intentando reconquistar Nova Coimbra, fortín establecido en la orilla derecha del Paraguay contra lo estipulado en San Ildefonso. En el Sur, el fuerte de Cerro Largo fue conquistado por los portugueses al mando del coronel Marques de Sousa. En el área central, los escenarios bélicos fueron dos: las Misiones Orientales y el Fuerte Santa Tecla-Batoví. Mientras que de las operaciones militares del Norte y Sur no se derivaron alteraciones significativas de las fronteras establecidas en San Ildefonso, las anexiones portuguesas en el área central fueron inmensas. La caída de Santa Tecla, que protegía a Batoví, supuso perder el control de un amplio sector de la Banda Oriental. Batoví fue el último proyecto colonizador de España en América”.

El trasladar la guerra a América no era algo casual, todo lo contrario, pues tras la expulsión de los jesuitas de las Misiones Orientales (Uruguay) a partir del año 1767 por orden de Carlos III de España, los portugueses vieron en la zona una oportunidad de completar sus ansias expansionistas, como se observó en el año 1800 cuando repoblaron ciertas zonas con portugueses para establecer asentamientos.

De este modo Portugal afianzaba su ofensiva y conseguía desviar la atención de la península. En Brasil se había fundado un gran imperio, fuerte e inexpugnable, desde el cual se podían atacar las posesiones españolas amenazando directamente las remesas de Potosí, pieza clave del Imperio español en América. De este modo, según la estrategia portuguesa, España se abstendría de anexionarse Portugal.

Tras el rápido avance español en la península y la ocupación de varias plazas portuguesas, al ver como transcurría el conflicto, los portugueses pidieron un armisticio de paz. Esto llevó a los tratados de Badajoz, por un lado, y Madrid, por el otro como consecuencias de una guerra rara que fue “vista y no vista”. A pesar de su rapidez en el desarrollo, Portugal no se doblegó a los intereses de Francia, aunque esta sí que consiguió que se cerrasen ciertos puertos a los ingleses.

 

CONSECUENCIAS

El 6 de junio el Tratado de Badajoz ponía fin a la guerra. En el se acordaba, entre otras cosas, que Portugal debía cerrar los puertos a los buques ingleses y pagar una indemnización de guerra. Se acordaba también la devolución, por ambas partes, de los prisioneros hechos durante la guerra, así como la renovación de los tratados que ambos países tuvieran antes de la guerra. España se comprometía a devolver las posesiones ocupadas a excepción de Olivenza y Táliga, que quedarán en posesión española. España, además, garantizaba a Portugal la conservación de todos sus territorios. En este sentido, el incumplimiento del tratado en cualquiera de sus prerrogativas favorecía la anulación de este.

Por otro lado, el 29 de septiembre del mismo año, se firmaba el Tratado de Madrid que era parecido al de Badajoz. Este tratado se firmaba entre Portugal y Francia y establecía el cese de las hostilidades el cierre de los puertos a los barcos ingleses y el restablecimiento de las relaciones comerciales entre Portugal y Francia. Además, Portugal se comprometía a no prestar ayuda a los países enemigos de Francia, entre otras tantas cosas. Aparte de alguna concesión que Portugal tuvo que hacer a Francia en territorio africano, se fijaban los limites entre la Guayana francesa y la portuguesa, siendo la frontera el rio Araguari.

Sin embargo, una consecuencia directa, como se ha mencionado, fue la cuestión de las Misiones Orientales en América. La guerra continuó en aquella zona y Portugal ocupó dicha región. Aquella región no volvería a estar bajo la soberanía española ya que Portugal se negó a devolverla. Francia firmaba la paz con el Sacro imperio por un lado y con Rusia por el otro, dejando así a Inglaterra sola, alzándose como potencia hegemónica en Europa. Además, en el año 1805, tras la derrota naval de Trafalgar en la que España y Francia fueron derrotadas por Inglaterra, Portugal deshizo el tratado y volvió a sus alianzas anteriores con los británicos. Esta acción hizo que Francia declarase el Tratado de Badajoz nulo y trasladó la guerra de nuevo a la península a partir de 1807. En este sentido, Francia penetró en España de nuevo con la escusa de invadir Portugal, invadiendo España también, lo que desembocó en la guerra contra el francés.

Olivenza, que aun hoy sigue siendo motivo de disputas por ciertos sectores portugueses, continuó siendo española y no se devolvió nunca. Portugal, también, consideró nulos los tratados de Badajoz y Madrid.

 

CONCLUSIONES

Aunque la guerra duró apenas 18 días, Francia consiguió momentáneamente que los puertos portugueses se cerrasen a Inglaterra. A pesar de ello Portugal no se sometió a las pretensiones francesas. El balance de la guerra de Godoy fue equilibrado y aunque pueda parecer beneficioso para España que se quedó con Olivenza, Portugal, sin embargo, se quedó con las Misiones Orientales de América, no devolviendo dichos territorios ninguno de los dos países. La guerra de las Naranjas fue el antecedente de lo que después seria la Guerra contra el Frances, en la que tanto Portugal como España, a pesar de no ser aliados, combatieron a un enemigo común.

La brevedad y rapidez de la ofensiva española condujo al armisticio de paz entre España y Portugal el 6 de junio de 1801 en Badajoz. A pesar de la paz, tras la batalla de Trafalgar se reanudó la guerra entre Francia y Portugal, estando España nuevamente en medio del conflicto, siendo un títere a merced de Francia.


Álvaro González Díaz

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